
5 señales para detectarlo y qué hacer al respecto
Migrar implica dejar atrás no solo lugares, sino también rutinas, afectos, sabores, sonidos…
Y aunque al principio estamos llenas de ilusión, es normal que con el tiempo surjan emociones más complejas: nostalgia, tristeza, enojo o sensación de pérdida.
En esos momentos, muchas personas comienzan a idealizar su país de origen, es decir, a recordar únicamente lo bueno, olvidando los motivos por los que decidieron migrar.
Esta idealización, aunque natural, puede convertirse en un obstáculo para adaptarte e integrarte a tu nuevo entorno.
Aquí te comparto 5 señales que indican que podrías estar idealizando tu país:
- Comparas todo con tu país
¿Te sorprendes diciendo frases como “Allá esto no pasaba”, “La gente era más amable”, “La comida era mejor”?
Comparar es natural, pero si lo haces constantemente, puede estar impidiéndote disfrutar lo que sí tienes hoy. - Recuerdas solo lo bueno (y olvidas lo difícil)
La nostalgia embellece los recuerdos.
Pero, ¿te acuerdas de las razones por las que decidiste emigrar? Tal vez buscabas mayor seguridad, oportunidades laborales o crecimiento personal.
No dejes que la idealización borre tu historia. - Evitas integrarte en tu nuevo país
Si te niegas a aprender el idioma, a hacer nuevas amistades o a conocer otras formas de vida, quizá no es solo incomodidad…
Tal vez estás aferrada emocionalmente a tu país como forma de protección. - Criticas todo lo que no se hace “como allá”
Cuando cualquier diferencia cultural te irrita —desde la forma de saludar hasta cómo se gestiona el transporte— puede ser una señal de que estás resistiendo el cambio.
Idealizar tu país te impide abrirte a lo nuevo. - Sientes que “allá eras más feliz”
Esa sensación puede ser muy fuerte.
Pero es importante preguntarte:
¿Realmente eras más feliz o simplemente estabas más cómoda en lo conocido?
¿Cómo manejar la idealización para vivir una migración más consciente?
Acepta tus emociones sin juicio. Extrañar es parte del proceso.
Reconecta con tu propósito inicial.
Construye una nueva red de apoyo.
No estás sola.
Honra tus raíces sin cerrarte al presente. Puedes amar tu país y también abrirte a la vida en otro.
Migrar no significa renunciar a lo que fuiste, sino transformar quién eres.
Tu país forma parte de ti, pero tu vida está ocurriendo aquí y ahora.
¿Te has sentido así alguna vez? ¿Qué haces tú cuando te inunda la nostalgia?
Te leo en los comentarios.