Emigrar duele porque dejamos atrás a nuestros seres queridos, nuestras raíces y todo lo que nos es familiar. Duele adaptarse a un nuevo entorno, aprender un nuevo idioma y entender una nueva cultura. Cada día es un reto. Emigrar duele, porque no siempre es fácil encontrar amigos y construir una nueva red de apoyo. Duele porque, a veces, sentimos que perdemos una parte de nuestra identidad al tratar de integrarnos en un nuevo lugar. Emigrar duele, pero también es una oportunidad para crecer, aprender y descubrir lo que eres capaz de lograr. La experiencia de emigrar nos abre a nuevas oportunidades y aventuras que nunca hubiéramos imaginado.
España es un mosaico de culturas, y Barcelona lo representa como pocas ciudades. Cuando llegué a vivir aquí, una de las cosas que más me sorprendió fue ver la diversidad que se respira en cada rincón.
En una misma ciudad convivimos personas de muchísimos países, con diferentes formas de pensar, vestir, hablar, cocinar y mirar la vida. Es como un gran mosaico cultural que se construye cada día.
Caminar por algunos barrios es una experiencia fascinante: Puedes pasar de escuchar árabe en una panadería marroquí, a entrar a una tienda latina llena de colores, o sentarte en un parque rodeada de acentos que vienen de todas partes del mundo.
Hay momentos en los que, sinceramente, no parece que estés en España… y eso no es algo negativo: Es una muestra de cómo las ciudades pueden transformarse cuando las culturas se encuentran.
Vivir en una ciudad multicultural es un aprendizaje constante. No solo por lo que tú aportas, sino por lo que recibes. Es una reciprocidad de experiencias, costumbres y formas de ver el mundo.
He aprendido palabras nuevas, comidas nuevas, formas distintas de celebrar, y sobre todo, he ampliado mi manera de entender a las personas. Eso también es migrar: abrir la mente y el corazón.
¿Y tú? ¿De qué países son tus nuevos amigos amig@s en el extranjero?
Migrar implica dejar atrás no solo lugares, sino también rutinas, afectos, sabores, sonidos… Y aunque al principio estamos llenas de ilusión, es normal que con el tiempo surjan emociones más complejas: nostalgia, tristeza, enojo o sensación de pérdida. En esos momentos, muchas personas comienzan a idealizar su país de origen, es decir, a recordar únicamente lo bueno, olvidando los motivos por los que decidieron migrar. Esta idealización, aunque natural, puede convertirse en un obstáculo para adaptarte e integrarte a tu nuevo entorno. Aquí te comparto 5 señales que indican que podrías estar idealizando tu país:
Comparas todo con tu país ¿Te sorprendes diciendo frases como “Allá esto no pasaba”, “La gente era más amable”, “La comida era mejor”? Comparar es natural, pero si lo haces constantemente, puede estar impidiéndote disfrutar lo que sí tienes hoy.
Recuerdas solo lo bueno (y olvidas lo difícil) La nostalgia embellece los recuerdos. Pero, ¿te acuerdas de las razones por las que decidiste emigrar? Tal vez buscabas mayor seguridad, oportunidades laborales o crecimiento personal. No dejes que la idealización borre tu historia.
Evitas integrarte en tu nuevo país Si te niegas a aprender el idioma, a hacer nuevas amistades o a conocer otras formas de vida, quizá no es solo incomodidad… Tal vez estás aferrada emocionalmente a tu país como forma de protección.
Criticas todo lo que no se hace “como allá” Cuando cualquier diferencia cultural te irrita —desde la forma de saludar hasta cómo se gestiona el transporte— puede ser una señal de que estás resistiendo el cambio. Idealizar tu país te impide abrirte a lo nuevo.
Sientes que “allá eras más feliz” Esa sensación puede ser muy fuerte. Pero es importante preguntarte: ¿Realmente eras más feliz o simplemente estabas más cómoda en lo conocido? ¿Cómo manejar la idealización para vivir una migración más consciente? Acepta tus emociones sin juicio. Extrañar es parte del proceso.
Reconecta con tu propósito inicial. Construye una nueva red de apoyo. No estás sola. Honra tus raíces sin cerrarte al presente. Puedes amar tu país y también abrirte a la vida en otro.
Migrar no significa renunciar a lo que fuiste, sino transformar quién eres. Tu país forma parte de ti, pero tu vida está ocurriendo aquí y ahora.
¿Te has sentido así alguna vez? ¿Qué haces tú cuando te inunda la nostalgia? Te leo en los comentarios.
Emigrar es más que cambiar de país. Es empezar un nuevo capítulo en el que tú eres la protagonista. Un proceso lleno de desafíos, aprendizajes y oportunidades para crecer desde lo más profundo de tu ser. Estas cinco habilidades no solo facilitan la adaptación, sino que también fortalecen tu identidad y te preparan para construir una vida con sentido en tu nuevo entorno.
Resiliencia Es la capacidad de adaptarse a los cambios y salir fortalecida de los momentos difíciles. Como migrante, es probable que enfrentes obstáculos inesperados. Cultivar tu resiliencia te permite levantarte con más fuerza cada vez que caes.
Inteligencia emocional Aprender a reconocer, gestionar y expresar tus emociones es clave para mantener el equilibrio en un entorno desconocido. Esta habilidad te ayuda a relacionarte mejor contigo misma y con quienes te rodean.
Adaptabilidad Nuevas costumbres, otro idioma, un ritmo diferente. Adaptarte no significa renunciar a quién eres, sino abrirte a lo nuevo sin perder tu esencia.
Confianza en ti misma Tu valor no desaparece cuando cruzas una frontera. Reconocer tus logros, talentos y todo lo que traes contigo te permite caminar con más seguridad y construir nuevas oportunidades.
Habilidades sociales y culturales Relacionarte con personas de diferentes culturas, construir redes de apoyo y saber comunicarte en contextos diversos te dará las herramientas para integrarte de forma más consciente y saludable.
Estas habilidades no se adquieren de la noche a la mañana, pero sí pueden trabajarse y potenciarse. No estás empezando de cero: estás comenzando desde la experiencia, desde tus fortalezas y desde tu historia. Confía en ti, porque dentro de ti ya habita todo lo que necesitas para florecer en tierra nueva.
Cuando emigramos, todo sucede a una velocidad abrumadora. De repente, nos vemos envueltas en una lista interminable de cosas que “debemos” hacer para establecernos en el nuevo país:
🔹 Rápido, aprende el idioma. 🔹 Rápido, encuentra trabajo. 🔹 Rápido, adáptate.
Nos exigimos tanto que entramos en modo supervivencia. No hay tiempo para detenerse a procesar lo que dejamos atrás, ni para preguntarnos cómo nos sentimos realmente.
La prioridad es avanzar, demostrar que podemos, que tomamos la decisión correcta, que somos capaces de salir adelante en un lugar nuevo.
Pero, ¿Qué pasa cuando por fin paramos un poco?
Cuando la adrenalina baja y nos damos cuenta de que, en el proceso de adaptarnos, nos hemos perdido a nosotras mismas.
Aparece el duelo migratorio, el que escondimos en un cajón mientras nos ocupábamos de todo lo demás. De repente, nos sentimos vacías, desconectadas, con la sensación de que algo nos falta.
No es raro escuchar frases como: 🌀 “Antes sabía quién era, ahora me siento perdida.” 🌀 “Siento que solo existo para trabajar y cumplir responsabilidades.” 🌀 “Ya no me reconozco, he cambiado tanto que no sé si me gusta quién soy ahora.”
Si esto te suena familiar, quiero que sepas que no estás sola. Muchas mujeres migrantes pasamos por este proceso. Nos entregamos tanto a la adaptación que, sin darnos cuenta, dejamos de escucharnos, de atender nuestras emociones y de hacer espacio para nosotras mismas.
Pero la buena noticia es que podemos reencontrarnos.
Podemos recuperar nuestra esencia sin necesidad de volver atrás. Aquí te dejo algunos consejos que pueden ayudarte en este camino de reconexión:
💡 5 pasos para reencontrarte después de emigrar
✨ 1. Date permiso para sentir. Las emociones no desaparecen solo porque las ignores. La tristeza, la nostalgia, la frustración… son normales. No las reprimas. Permítete vivirlas, escribir sobre ellas, compartirlas con alguien de confianza o simplemente reconocer que están ahí. Sentir no te hace débil.
✨ 2. Pregúntate: «¿Quién soy yo más allá de mis responsabilidades?» En la migración, a veces nos definimos solo por lo que hacemos: la que trabaja sin descanso, la que cuida de su familia, la que lucha por adaptarse. Pero,
¿Quién eres más allá de eso?
¿Qué te apasiona?
¿Qué te hace sentir viva?
Pregúntatelo sin prisas. A veces, la respuesta no es inmediata, pero es importante empezar a buscarla.
✨ 3. Reconéctate con lo que te hace feliz en tu país. No se trata de vivir en el pasado, sino de recuperar esos pequeños detalles que te conectan contigo misma. La música que te gustaba, la comida que te reconforta, los rituales que te hacían sentir bien. ¿Recuerdas cómo te relajabas antes de emigrar? Tal vez bailar, escribir, cocinar… retoma esas cosas que te hacían sonreír.
✨ 4. Establece pequeños momentos para ti. No todo tiene que ser productividad. No todo tiene que ser trabajar, cumplir y adaptarte. Regálate un momento al día, por pequeño que sea, para hacer algo que disfrutes sin culpa. Puede ser salir a caminar sin prisas, leer un libro, ver una película que te guste, tomar un café sin distracciones. Pequeñas pausas que te recuerden que existes más allá de tus responsabilidades.
✨ 5. Pide apoyo si lo necesitas. No tienes que atravesar este proceso sola. A veces, compartir lo que sentimos con otras personas que han pasado por lo mismo nos ayuda a encontrar claridad. Busca comunidades, habla con amigas, considera la posibilidad de acudir a un espacio de acompañamiento emocional. Tu bienestar importa.
✨ Emigrar no significa olvidarte de ti
Adaptarte a una nueva vida no debería implicar perderte a ti misma en el proceso. Reconectar contigo es un acto de amor propio. No necesitas tener todas las respuestas hoy, pero sí puedes empezar dando un paso pequeño.
El coaching migratorio es un tipo de asesoramiento que ayuda a las personas a enfrentar los desafíos emocionales, culturales y prácticos de mudarse a otro país. A diferencia de los servicios legales de inmigración, que se centran en visados y trámites, el coaching migratorio aborda aspectos como:
Preparación mental y emocional: Afrontar el cambio de entorno, gestionar el estrés y la incertidumbre.
Adaptación cultural: Entender costumbres, normas sociales y formas de comunicación en el nuevo país.
Planificación y objetivos: Establecer metas realistas para la integración laboral, social y personal.
Estrategias para el empleo: Orientación sobre cómo encontrar trabajo, adaptar el CV y afrontar entrevistas en un contexto diferente.
Construcción de redes de apoyo: Consejos para conectar con la comunidad, hacer amistades y fortalecer el sentido de pertenencia.
Este servicio suele ser ofrecido por coaches especializados en migración, algunos de ellos con experiencia personal en mudanzas internacionales, que ayudan a hacer el proceso menos abrumador y más exitoso.
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